¿Qué te duele, el cuerpo, el alma o el corazón?

Las personas tenemos un cuerpo físico, con sus tendones, sus huesos, sus órganos y sus vísceras; un plano emocional, en el que habitan emociones y sentimientos; un plano mental, constituido de ideas, creencias y pensamientos y un sistema energético, con sus meridianos, sus canales energéticos y chakras. Estos cuatro ámbitos se complementan y se afectan mutuamente.

Un disgusto o una situación de estrés pueden provocar una contractura muscular, una úlcera de estómago o una caída del sistema inmunológico que me deje indefensa ante el virus de la gripe, por ejemplo.

Una vértebra fuera de su posición puede provocar un pinzamiento en un nervio, contracturas recurrentes, acúfenos o estreñimiento; y un riñón inflamado puede provocar un dolor reflejo en la musculatura lumbar.

Estos cuatro planos, o partes del individuo son indivisibles y están interconectados entre sí, por lo que un desequilibrio en cualquier parte afecta a las demás. Un pensamiento genera una emoción, la emoción hace que el cerebro libere hormonas modificando el estado físico y de la persona.

El físico afecta al estado emocional y mental, si me duele la cabeza es fácil que esté de mal humor y no piense con claridad, y tanto los pensamientos, como los sentimientos, como las dolencias físicas alteran nuestro sistema energético. A a su vez este incide en las otras partes, por ejemplo un bloqueo o deficiencia en un meridiano de riñón, afecta al órgano por lo que éste no funciona al 100%, etc. Es una cadena, el cuerpo humano es un engranaje perfecto, pero cuando alguna pieza falla todo él se desequilibra, así que lo ideal es tratar a la persona de manera holística, procurando englobar todas sus partes.

Así que cuando trabajo, por ejemplo, realizando un quiromasaje y localizo una contractura, puedo acompañar al cliente a establecer la posible conexión entre la situación, emoción o creencia puede estar asociada con ese dolor muscular, formulando algunas preguntas, sugiriendo que la persona se deje sentir esa molestia o dolor, etc. O cuando realizo terapia emocional, le puedo proponer llevar al cuerpo físico una emoción “¿En qué parte del cuerpo se siente?”; o cuando realizo un reiki u otra terapia energética ayudar a que la persona tome conciencia de su estado emocional y que vea qué cosas puede hacer para mejorar su situación. Siempre que tratamos cualquiera de las partes al complementarla con el resto la recuperación de la persona es mucho más rápida y efectiva.

Y ésta es una manera de trabajar, pero no la única, porque lo más importante es lo que tú quieres y cómo lo quieres. Hay personas que solamente quieren recibir un masaje deportivo, o una reflexología o un tratamiento anti estrés y que prefieren no hablar de sus emociones ni pretenden entender porque les duele un músculo o una articulación, que simplemente desean disfrutar de ese rato que dedican a su bienestar. Para mí, la base de toda terapia es el respeto mutuo, que el cliente se sienta bien, cómodo, escuchado, atendido y que yo pueda proporcionarle acorde con mis conocimientos lo que precisa de la manera que juntos acordemos.


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